29.11.09

El diálogo no existe

Noviembre no es el que prefiero, sin embargo, es el que siempre elijo para desnudarme memorablemente. Será que huele a erótica tristeza. Recuerdo y un noviembre cada vez más viejo me veía desnuda, iluminada apenas por la pantalla encendida de la T.V. transmitiendo un video de Tori Amos mientras un roedor atrapado en una trampa de goma chillaba en el marco de una puerta de baño. Otro noviembre, el mejor hasta hoy, me observaba en aparente tranquilidad, mientras yo desabrochaba cinco botones de una camisa verde menta para seguir escuchando inconcientemente la repetición de un disco de Tetsu Inoue o algo parecido, hasta que el resto de mi piel al descubierto lo hiciera declararme como su universo y el incontrolable rubor de mis mejillas me hiciera notar la repetición de aquel disco. Mi último desnudo fue entre paredes blancas, artefactos inútiles y un extraño. En éste no hubo música de fondo pero supe de ópera y del ánimo de los tenores. Ahora, está por finalizar este noviembre y, como nunca, me emociona la llegada de diciembre.  Noto que el diálogo no existe, probablemente nunca ha existido. El mundo es una incansable e interminable declamación de dementes monólogos. Aún así, estoy lista para ir a escuchar otros y vivir con los pies mojados, bien entrado diciembre, gracias a este último noviembre.

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